Daniel Moser y Felipe Soto • 2 de febrero de 2019
Los medios de comunicación influyen decisivamente en moldear la opinión de un pueblo, condicionar el desarrollo de su cultura, formar o deformar sus ideas y valores, y definir la percepción de sus propios problemas y de su propia realidad. Su control genera un inmenso poder político que, por la propia salud en la nación, no debe ser monopolio del Estado ni de grupos de presión nacionales, menos aun extranjeros.
Por ello, los medios de comunicación constituyen un instrumento estratégico indispensable para recuperar la soberanía y el desarrollo de la nación. El Estado debe garantizar que su gestión contribuya al cumplimiento de ambos propósitos.
En las condiciones actuales de cambios profundos en el país, se impone la desconcentración de los medios de comunicación. Ningún agente particular debe disponer de más del 10% del uso del espectro radioeléctrico, y el conjunto de empresas privadas no debe tener más del 49% de éste.
Se debe ajustar la ley de inversión extranjera para establecer un límite en las empresas de medios electrónicos, de información, radio, televisión e internet, de acuerdo con los límites que establecen las naciones más desarrolladas, para ajustarla a un máximo del 15%, como condición para el desarrollo democrático de la sociedad mexicana. Ningún país extranjero en lo particular debe poseer de manera acumulada más del 15% del acceso a los públicos.
Los medios de comunicación deben estar abiertos a todas las corrientes del pensamiento, de la ciencia y del arte, conscientes de su inmensa responsabilidad educacional e informativa; ser antidogmáticos, tolerantes y ajenos a todos los sectarismos, así como impulsores permanentes del desarrollo cultural de la nación.
Mediante acuerdos, cancelación de concesiones o expropiación, la desconcentración de la propiedad de medios de comunicación monopólicos debe contemplar la posibilidad de su transferencia a los más significativos sectores sociales organizados del país.
Lo anterior de ninguna manera significa que esos medios de comunicación traten únicamente los asuntos y problemas directamente vinculados a sectores sociales a quienes se transfieren. Nuevos en su espíritu fundamental, deben ser instrumento de servicio informativo y cultural para toda la sociedad.
Un paso imprescindible previo a la socialización de los medios de comunicación social es generar las condiciones para que grupos representativos de la sociedad, organizados por sector o gremio, estén consolidados, tanto en su funcionamiento por medio del ejercicio pleno de la democracia participativa y representativa, como en su solvencia técnica y económica, con el fin de hacerse elegibles para dirigir y operar el espacio radioeléctrico.
Este cambio profundo significa dar voz a quienes hasta ahora no cuentan con los medios adecuados para hacerse oír, ya que ¿puede hablarse de libertad de expresión cuando los campesinos, los profesionales, los obreros, los educadores, los auténticos empresarios nacionales, los intelectuales, los artistas, los empleados, jamás tuvieron manera alguna de exponer sus puntos de vista ante todo el país?
Debe garantizarse el derecho a la discrepancia que entraña el respeto por las ideas distintas. Este respeto es consustancial a la finalidad de forjar una nueva conciencia colectiva participativa. Por tanto, la crítica y la discrepancia deberán seguir existiendo como expresión auténtica de los grandes grupos sociales organizados que constituyen la nación.
Otro sector fundamental en materia de comunicación social es la infraestructura de la sociedad del conocimiento. El Estado mexicano debe recuperar la infraestructura de fibra óptica que le permita disponer de capacidades propias de telecomunicaciones, con posibilidad de ofrecer los servicios de internet de mayor velocidad en todo el territorio nacional, en conexión con los sistemas mundiales.
Se deben considerar estratégicos los programas de telecomunicaciones y motores de búsqueda, pues los algoritmos que los constituyen establecen relaciones ideológicas y de poder en las sociedades donde operan. México debe desarrollar capacidades propias públicas y privadas para los motores de búsqueda y bases de datos del sistema de comunicaciones, de información y conocimiento.
Tiene que establecerse un sistema democrático de comunicación, cine, radio, e internet, con una radio y televisión ciudadanas de alcance nacional y señal abierta, al igual que es necesario multiplicar las radios comunitarias en las zonas rurales y urbanas.
Finalmente, merece insistirse en la necesidad de que el Estado garantice el establecimiento de un sistema de comunicación —en materia de radio, televisión, cine, internet y cualquier otra plataforma de comunicación social— dirigido y operado por los ciudadanos, no a título personal y privado sino con representación de los diversos sectores sociales, culturales y políticos.