Trump, el oportuno chivo expiatorio

Daniel Moser •

9 de febrero 2017 •

No es de Trump de quien debemos ocuparnos; es de los gobiernos de México, la partidocracia y la oligarquía, que por acción y omisión han dejado a nuestra patria en un grado de indefensión mayúsculo.

Donald Trump ha manifestado con transparencia su condición de misógino, racista y xenófobo, lo que le ha merecido el repudio de una amplia mayoría de ciudadanos en Estados Unidos de América (EUA) y en gran parte del mundo.

Casi todas las políticas que está promoviendo el flamante presidente de la aún más poderosa nación del planeta están mereciendo en su país y en muchos otros el repudio social y la crítica de especialistas como Paul Krugman, premio Nobel de economía, quien calificó la propuesta de aplicar un 20% de arancel a productos importados desde México para pagar el muro fronterizo como una muestra de “ignorancia e incompetencia” por parte de la administración que encabeza Donald Trump. Cada día se suman denuncias formales y acciones de organizaciones sociales, autoridades y la propia justicia estadounidense contra las decisiones del nuevo presidente de Estados Unidos. La justicia de EUA rechazó su apelación para mantener el veto migratorio que impide la entrada en el país de ciudadanos de siete países de mayoría musulmana.

Consecuencias para México

Las primeras declaraciones y actos de gobierno del presidente de EUA tienen un efecto fundamentalmente mediático, de discutible aplicación y de consecuencias negativas para México cuya dimensión aún resulta imposible establecer con certeza.

Respecto a la construcción del muro, casi un tercio de la frontera tiene muro de concreto, rejas electrificadas y cámaras de vigilancia; los dos tercios restantes poseen condiciones geográficas y climáticas que hacen casi imposible el paso­ –sin que ello haya detenido o menguado la inmigración de millones de mexicanos–. Autoridades de más de 20 localidades fronterizas estadounidenses ya se han manifestado en contra de su construcción, afirmando que su costo es exorbitante y no será eficaz en su propósito, como sí lo sería, afirman, un trabajo coordinado entre las autoridades de ambos países para garantizar la seguridad.

En relación con la salida de Estados Unidos del Tratado Transpacífico (TTP) y la posible renegociación o salida del Tratado de Libre Comercio para América del Norte (TLCAN), ambos casos deben ser motivo de discusión con base en información racional y comprobable sobre los perjuicios o beneficios que ambos acuerdos comerciales tienen para México. Con datos objetivos, los resultados comprobables para México del TLC firmado con EUA y Canadá hace 22 años son contundentes respecto al saldo negativo; lo que se ha logrado saber de las secretas negociaciones del TTP presagian resultados similares o peores, aunque la salida de EUA de éste por decisión de Donald Trump, lo hacen prácticamente inviable, algo sin duda benéfico para México.

La política de deportaciones que declaró Donald Trump hasta ahora no ha pasado de amenazas de muy difícil cumplimiento. Quien no amenazó pero sí deportó a cerca de 3 millones de mexicanos fue Obama, y quienes expulsaron aproximadamente a 15 millones de mexicanos han sido los gobiernos mexicanos desde 1982 a la fecha.

Trump y el establishment en EUA

La candidata a la presidencia del establishment en Estados Unidos fue Hillary Clinton. Salvo en casos específicos como el del lobby sionista, las ideas e iniciativas de Trump no promueven los intereses del establishment estadounidense en su conjunto, más bien atentan contra ellos.

Más temprano que tarde ­–de una u otra forma– es muy probable que los grupos del poder real en EUA pongan a Donald Trump a trabajar por sus intereses, como ha sido con todos y cada uno de los presidentes de Estados Unidos al margen del estilo personal de gobernar y del partido al que representen.

La unidad nacional en México

Debemos celebrar las expresiones de patriotismo que está manifestando la abrumadora mayoría del pueblo de México, pero al mismo tiempo llamar a la reflexión para evitar caer en la frustración. La grave crisis que hoy enfrentamos la enorme mayoría de los mexicanos no es consecuencia de las declaraciones y decisiones de Donald Trump. Más aun: las repercusiones negativas que pueda acarrear la concreción de las medidas por él anunciadas no son responsabilidad del gobierno de EUA, sino resultado directo de las políticas que a lo largo de las últimas cuatro décadas han aplicado los gobiernos priistas y panistas.

Sin duda lo que el gobierno de Estados Unidos decida tendrá un impacto en México; sin embargo, no está en manos de los mexicanos influir significativamente en dicho gobierno, pero sí es nuestra responsabilidad actuar en México para que el sentido y las dimensiones de ese impacto sean benéficos o lo menos perjudiciales posible.

No es de Trump de quien debemos ocuparnos; es de los gobiernos de México, la partidocracia y la oligarquía que por acción y omisión han dejado a nuestra patria en un grado de indefensión mayúsculo.

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El gobierno federal mexicano –la partidocracia y los grupos de poder– pretenden usar a Trump como una oportuna excusa. La convocatoria a la unidad nacional que realiza es engañosa e inoperante. Hasta el momento, la reacción del gobierno ha sido de sumisión; se ha comportado como un subordinado del gobierno de EUA al limitarse a reaccionar a la defensiva, sin buscar alianzas estratégicas con otros países de América Latina, en primer lugar, y del resto del mundo para sumar fuerzas que permitan enfrentar los desafíos y obtener mejores condiciones de negociación.

En ese contexto, el “fenómeno Trump” debe funcionar como acicate para la organización ciudadana con el propósito de pensar y construir un proyecto para un México libre, justo y soberano en el siglo XXI.

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