México • 22 de agosto de 2024 • Manuel Felipe Soto • Centro de Estudios Estratégicos Nacionales, A. C., en México. •
Recientes decisiones de tipo financiero en Japón despertaron alarma en la economía mundial globalizada. El banco central de Japón con un ligero incremento en su tasa de interés, que solo significó pasar de una casi permanente tasa negativa para estimular internamente el crecimiento y atacar la deflación (-0.01) a una tasa de interés positiva (0.1 %) para combatir la inflación. Esta decisión de la quinta economía del mundo provocó una reacción en los mercados financieros y el derrumbe generalizado de los mercados de valores por el impacto resentido en las empresas principalmente tecnológicas, estimuladas por las perspectivas de la inteligencia artificial (IA), que se habían financiado con créditos de tasas negativas; el índice Nikkei en Japón cayó hasta un 12.4 % en un día y el KOSPI de Corea del Sur cayó 8.8 %. En Europa también cayeron el DAX alemán, la Bolsa de Londres, la de París y la de Milán. En Wall Street en EU se desplomaron los principales indicadores, por ejemplo, el Nasdaq y el Dow Jones cayeron hasta más de 1000 puntos (-3.4 % y – 2.60 % respectivamente). Este fenómeno afectó a las principales divisas vinculadas con la todavía principal pero tambaleante moneda de intercambio de mercancías, el dólar estadounidense, incluido desde luego el peso mexicano, principal socio comercial de ese país.
Más allá de condiciones coyunturales, Estados Unidos (EU) enfrenta problemas estructurales que se agudizan cuando se presentan, por pequeños que sea, eventos económicos producto de las contradicciones del sistema capitalista global que ya no son controlados por el otrora país hegemónico que ha venido perdiendo su capacidad de resiliencia. Nuestro vecino no ha podido recuperarse del todo desde hace poco más de cinco lustros cuando se derrumbó en 2008 el mercado de bienes raíces que afectó no solo a la economía de ese país, sino que repercutió en los países bajo su órbita imperial. Por esa crisis financiera gestada en EU la economía global fue alcanzada por sus efectos negativos y el PIB mundial cayó -0.3 % en 2009. Ese mismo año el PIB de México cayó a -6.3 % que significó una caída dos y media veces mayor a la de su socio (-2 .4 %)
La decadencia de la hegemonía de EU se inició desde la década de los 90’s, tal como lo argumenta J. Sapir, cuando señala que el crecimiento de los EU en esos años fue engañoso y costoso por la desigualdad generada, marginalidad y afectación a la clase media. De igual manera, precisa que, junto con el descrédito del supuesto país hegemónico, han emergido nuevos liderazgos como China y la India, así como el resurgimiento de Rusia [1].
De estos destaca China que se convirtió en la “fabrica del mundo” con crecimientos anuales de hasta 11%. Durante el periodo 2000 a 2023, la economía de EU creció a una tasa promedio anual de 2.1 %, mientras que China creció a una tasa de 8.29 %.
El discurso que hemos venido escuchando en México desde que se nos implantó abiertamente el modelo neoliberal, es que conviene al país estrechar fuertemente nuestra economía al mercado de los Estados Unidos como si este país aún fuera el que domina la producción mundial, la demanda de insumos y que lidera el desarrollo tecnológico, por lo que algo de bueno México podría sacar provecho; los hechos podrían desmentir dicho discurso. El mediocre crecimiento del PIB de EU en los últimos 23 años ha arrastrado también a un mediocre crecimiento del PIB en México, con apenas una tasa anual promedio de 1.68 %, en ese mismo periodo. Si bien es innegable que la economía estadunidense “jala” a la economía mexicana, el indicador de correlación del crecimiento del PIB en México es menor a 1 con respecto al PIB de México (0.85) es decir que ambas economías no crecen al mismo ritmo por la desigualdad de sus economías.
Tampoco puede decirse que durante la vigencia del TLC y ahora del T-MEC las exportaciones mexicanas haya mantenido una inequívoca correlación con la economía estadounidense; durante el periodo 2000 – 2021 el PIB de EU creció en promedio anual 2.11 %, mientras que el crecimiento de las exportaciones de México a ese país prácticamente se mantuvo sin cambio, con apenas 0.06 % como promedio anual en ese periodo.
Beneficiarse del mercado de EU no está mal, sin embargo, es inconveniente que México esté atado exclusivamente a una economía poco dinámica, ya que Estados Unidos no es más la única potencia económica como lo fue en el siglo XX y tal parece que no lo es ahora en el siglo XXI. Los tratados comerciales del TLC y luego del T-MEC, impiden que nuestro país pueda aprovechar la oportunidad de vincularse con los países emergentes de economías más dinámicas importantes por sí mismas y que, además, están formando bloques geoeconómicos como el de los BRICS, llamados a acabar con el bloque tripartita de américa del norte; específicamente el T-MEC impide dar un tratamiento más favorable a la inversión de otros Estados aun cuando pudieran ser más convenientes para México; este tratado viola la soberanía nacional no solo para decidir su política internacional comercial en términos más favorables, sino que, lo más grave, también somete a la nación mexicana a los valores de la política determinada por EU, ya que impide establecer acuerdos comerciales con otros países o bloques económicos que no se consideran de mercado o no democráticos.
Si bien la economía de EU es la “canasta” más grande del mundo por la magnitud de su PIB, actualmente ha llegado a una situación que evidencia problemas de diverso tipo, tanto internos como externos; un crecimiento económico mediocre, una deuda que representa 121 % de su PIB pone a este país prácticamente en “quiebra técnica”, sus países aliados ya no dependen totalmente de su tecnología sino ahora lo hace de China, la reducción del desempleo y las políticas monetarias están fracasando para bajar la inflación y propician un freno a la inversión productiva en la economía real, su democracia interna ya no es un argumento que convenza para mantener la confianza en sus países aliados y su política militar para dinamizar su economía está siendo cuestionada por sus aliando en el mundo.
Todo ello pone en riesgo su solvencia económica y despierta dudas sobre si recuperará en el presente siglo el dinamismo de crecimiento económico que mantuvo en buena parte de la segunda mitad del siglo XX. La perspectiva de su crecimiento económico no parece favorable y preocupa por el vínculo que tiene México con esa economía que al quedar sujeto al T-MEC, le impide al Estado mexicano llevar a cabo una política comercial soberana para negociar convenios de distinto tipo con otros países con mejores perspectiva económicas de futuro, de acuerdo con su propio interés, así como para llevar a cabo una política industrial de Estado con apoyo a las empresas mexicanas de capital nacional, ya que en condiciones actuales, esto implica que dichos apoyos se tengan que dar también a las empresas de los Estados Parte del T-MEC, que compiten ventajosamente con las empresas mexicanas.
Finalmente podemos decir que las reflexiones aquí expuestas nos llevan a cuestionar si es conveniente seguir apostándole al T-MEC que obliga a México a “poner todos los huevos en esa misma canasta” en lugar de aprovechar libremente otros convenios bilaterales y de mercados de acuerdo con el interés soberano de nuestro país. Esto conlleva también a revisar y en su caso actualizar los 14 tratados de libre comercio que México tiene con 50 países, los 30 acuerdos para la promoción y protección recíproca de las inversiones con 31 países, así como otros 9 tipos de acuerdos complementarios y de alcance parcial en el marco de cooperación con los países de Latinoamérica.
[1] Sapir, Jacques. El Nuevo Siglo XXI. Del siglo americano al retorno de las naciones. El Viejo Topo. 2008