¿Tiene CFK derecho a no ser candidata?

México • 13 de diciembre de 2022 • Daniel Moser

Breve reflexión que comparto de manera franca, respetuosa y propositiva, para un debate que considero esencial.

El hecho más relevante de la historia política argentina contemporánea fue el golpe cívico-militar del 24 de marzo de 1976. Con la excusa de combatir a la guerrilla, la oligarquía asesinó y desapareció a la vanguardia militante del campo popular, obreros, estudiantes, intelectuales, empresarios e incluso militares patriotas.

El llamado Proceso logró establecer paradigmas que siguen teniendo vigencia en la actualidad: el más importante, hacer de la política un espectáculo, de los representantes políticos actores de la farándula y a millones de argentinos admiradores acríticos de aquellos a quienes designaron como representantes.

Lo anterior se consumó a partir de 1983, cuando la oligarquía dio por terminada la etapa militarizada y disfrazó al Proceso de “democracia” formal, vacía de contenido, para continuar conservando el poder real hasta el día de hoy.

Quien tenga dudas puede recurrir a fuentes que revelarán que, en lo esencial –luego de los crímenes de Estado entre 1976 (antes incluso) y 1983–, nada cambió sustancialmente para el pueblo argentino en lo que hace a su calidad de vida, que en muchos casos empeoró.

La oligarquía tiene claro que no se trata de “convivencia democrática”, sino de lucha por el poder real. Implacable, eficaz, por ello lo conserva desde 1976 hasta la fecha, incluso gobernando o sometiendo a los gobiernos que se han dicho nacionales y populares.

En su discurso después del fallo en su contra, CFK señala: “Me condenan porque condenan un modelo de desarrollo económico y de reconocimiento de los derechos del pueblo”. Coincido con dicha afirmación. Mi punto es que no basta con denunciar dicha política oligárquica; peor aún, no sirve de nada si se queda en el discurso y se vive en la falsa idea de la “convivencia democrática”, en lugar de asumir que se trata de lucha por el poder real.

Cuando CFK dice que no será candidata para que la oligarquía no la utilice en contra del movimiento al que pertenece, acusándola de equis delitos fabricados, está –a mi juicio– cometiendo el grave error de darse por vencida, de asumir que contra la oligarquía y la mafia mediática y judicial no se puede. Denuncia con sustancia, pero no ofrece lo impostergable, una salida a un pueblo angustiado.

Argentina vive una crisis terminal. Será cuestión de tiempo, de unas décadas, que la oligarquía y el imperialismo consumen su objetivo de dividirla en dos o tres países. Este indeseable futuro no se evitará actuando como si el electoralismo fuese la solución. Lo que urge es un pueblo politizado, organizado y movilizado, no siguiendo acríticamente a “líderes” o “conductores”, sino eligiendo a representantes legítimos cumplir con el mandato popular.

Hoy CFK sigue siendo la principal representante popular y, en tal condición, debe consultar al pueblo –que le da dicha representación– si debe o no ser candidata. Pero no basta con ello: jamás el pueblo recuperará el poder real que le fue arrebatado si no se politiza, organiza y moviliza (recordemos el 17 de octubre de 1945) para imponer sus condiciones legítimas e impostergables.

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