Comentario a las metas estratégicas para la producción de alimentos básicos y estratégicos en el campo mexicano contenidas en el PND 2019-2024 •
Carlos Ricardo Menéndez Gámiz • 23 de mayo de 2019 •
Hay que señalar primero como una buena señal que en el PND 2019-2024 se ha incorporado la categoría legal de los productos básicos y estratégicos, como el maíz, frijol, caña de azúcar, carne, huevo, miel, leche, entre otros, previstos en los artículos 178 y 179 de la Ley de Desarrollo Rural Sustentable (LDRS), donde se establece que los productos básicos y estratégicos lo son en la búsqueda de la seguridad y la soberanía alimentaria de México, con producción de origen nacional. Cabe señalar que la LDRS es reglamentaria de la fracción XX del artículo 27 constitucional que dice que el Estado mexicano garantizará el derecho de los mexicanos a la alimentación sana y suficiente.
En el texto programático del PND 2019-2024 se incluye un eje general de Desarrollo económico cuyo objetivo central es: Incrementar la productividad y promover un uso eficiente y responsable de los recursos para contribuir a un crecimiento económico equilibrado que garantice un desarrollo igualitario, incluyente, sostenible y a lo largo de todo el territorio.
El objetivo 3.8 del eje de Desarrollo económico es: Desarrollar de manera sostenible e incluyente los sectores agropecuario y acuícola-pesquero en los territorios rurales, y en los pueblos y comunidades indígenas y afromexicanas.
Se debe reconocer que por vez primera en décadas, se incluyó en el texto del PND, de manera explícita, a los territorios rurales de los pueblos, a las comunidades indígenas y afromexicanas, que hasta ahora habían permanecido invisibilizadas en las políticas hacia el sector rural en sexenios anteriores. Este reconocimiento es muy loable, ya que tales comunidades fueron antes abandonadas a su suerte y a las fuerzas del mercado.
El texto de diagnóstico que sustenta el objetivo 3.8 reconoce que México tiene una estructura productiva rural polarizada, en donde el 81.3% de las Unidades Económicas Rurales (UER) producen para el autoconsumo o tienen una agricultura de baja productividad, con una baja vinculación con los mercados regionales y nacional o internacional. Hay que mencionar que buena parte de las personas que habitan esas UER migran como mano de obra al mercado laboral de Estados Unidos y Canadá.
Asimismo, el texto del diagnóstico del objetivo 3.8 coincide con la FAO y con la Sagarpa al señalar que nada más el 18.7% de las UER desarrollan actividades con productividad mayor y con potencial agroexportador de frutas, hortalizas y flores, productos de alto valor en el extranjero.
No se detalla que estas son las UER que exportan berries (fresas, frambuesas, moras), aguacate, jitomate, y otras frutas y hortalizas hacia el área del TLCAN, ahora T-MEC, y que también es un importante destino de las personas migrantes de las UER de pequeña escala, en donde se contratan a cambio de un jornal muy bajo, tan bajo que en Estados Unidos y Canadá se podría considerar como un factor de dumping, porque es un factor productivo al cual se le remunera muy por debajo de su costo real.
El diagnóstico del objetivo 3.8 también reconoce que México ya es el principal importador de maíz en el mundo, el segundo de leche y el tercero de carne de cerdo. Aunque en el texto no se especifica que el maíz que se importa es principalmente el maíz amarillo, que es de uso forrajero e industrial, ya que el maíz blanco es de consumo humano, México se mantiene cerca de los niveles de la autosuficiencia alimentaria, aunque al interior de las entidades federativas hay regiones que se pueden considerar deficitarias, como la Península de Yucatán, y otras superavitarias, como Sinaloa, Chiapas, Jalisco y el Estado de México.
El diagnóstico de este objetivo del PND coincide con el escenario del Banco Mundial, donde el cambio climático reducirá la producción agrícola de México, reduciendo también la producción de maíz entre el 12 y el 27% para el año 2050.
El documento programático del PND 2019-2024 considera dos indicadores estratégicos el 3.8.1 y el 3.8.2, dedicados a la producción nacional como porcentaje del consumo nacional, y el índice de producción nacional concebido como disponibilidad para la seguridad alimentaria, es decir, con abasto suficiente, independientemente de si es nacional o no.
Indicador 3.8.1: Porcentaje de la producción de granos básicos y leche respecto al consumo nacional. Descripción: Participación de la producción nacional de maíz blanco y amarillo, frijol, arroz, trigo y leche, en el consumo nacional, aclarando que el texto del PND no se refiere expresamente al consumo nacional aparente, que en términos económicos equivale al volumen resultante de restar el volumen exportado a la producción nacional y sumarle el volumen importado.
La Línea base en 2018 es del 66.7% y la meta para 2024 es del 68.3%.
Es decir, en una interpretación simple y llana de este indicador, se trata de lograr un incremento de 1.6% en el sexenio de la producción nacional de maíz blanco y amarillo, frijol, arroz, trigo y leche. Se considera que es necesario argumentar el nivel de esta meta estratégica y fundamental para el logro de la autosuficiencia alimentaria.
Vale la pena señalar que este indicador sí se vincula con uno de los criterios generales señalado en primer documento del PND, que hace énfasis en la autosuficiencia alimentaria como un reto país.
Indicador 3.8.2: Índice de producción de alimentos. Descripción: Mide la disponibilidad de productos básicos y estratégicos para contribuir a la seguridad alimentaria de maíz, caña de azúcar, frijol, trigo, arroz, sorgo, café, huevo, leche, carne de bovinos y porcinos, aves, y pescado.
La línea base de 2018 es del 100.0% y la meta para el año 2024 es del 109.4%.
Es decir, la descripción de este indicador señala que se trata de incrementar en un 9.4% la disponibilidad de básicos y estratégicos como el maíz, caña de azúcar, frijol, trigo, arroz, sorgo, café, huevo, leche, carne de bovinos y porcinos, aves, y pescado.
Es importante señalar que se utiliza la palabra disponibilidad, lo que no necesariamente quiere decir incrementar la producción nacional, sino que dicha disponibilidad puede ser fruto de la compra de cosechas internacionales.
Lo anterior sugiere una diferencia importante entre el incremento de la producción nacional en el consumo nacional en un 1.6%, mientras que la disponibilidad se incrementará en un 9.4%. La diferencia entre estas dos metas sexenales no hace posible inferir que a la meta del incremento de la disponibilidad de alimentos en un 9.4 % se le puede restar 1.6% de incremento en la producción nacional. Y tampoco se señala como a que factores obedecen estas diferencias de los porcentajes de 9.4 % – 1.6 % sería equivalente a un 7.8 % restante. Para mejor visualización de las dudas aquí expresadas, obsérvese la gráfica 1, y también el posible impacto del fenómeno global mundial del cambio climático, en la gráfica 2.
Surge una conclusión: Es necesario revisar y replantear, en su caso, los indicadores y sus niveles de metas estratégicas, a la luz del terrible y previsible impacto del cambio climático, así como el incremento natural demográfico de México, además de las obligaciones del Estado mexicano para garantizar el derecho a la alimentación y a la salud consagrados en los artículos 4 y 27 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos.