La vía del cambio y sus condiciones

Eduardo Pérez Haro 29 de enero de 2019
Foto: El Nuevo Sol

En ausencia de las transformaciones, se condona, “hemos avanzado, pero sabemos que falta mucho por hacer”. “No todo se puede hacer en seis años”. Pamplinas. Los cambios tienen localización y en el entramado de la historia general son reconocibles en el aumento de capacidades, en la generación de nuevos productos, más intercambios y nuevas formas de organización social, y así también dentro de cada modo de producción; este es el distingo entre el desarrollo y el atraso, y su civilidad, sencillez, transparencia o sus antípodas dependen de la condición de cada pueblo, de su Estado como entramado del conjunto socioeconómico, político-jurídico y cultural, por encima de la estrecha concepción del Estado como aparato de gobierno.

Para Jessica y Abigail

En mi entrega anterior, apelé a la disertación de Clara Ramas para recoger una visión del Estado donde la economía es política y la política es economía y, ambas dimensiones, son nucleares de una organización social determinada, son cultura que se expresa en la fantasía, el sentimiento y la razón que halla y conforma cada pueblo en su devenir, cada país tiene una huella, una singularidad que es una forma de vivir, una posibilidad, un anhelo de todo tiempo para cada época y cada momento. Una vía, que, sin embargo, no está sujeta a un ideario. En mucho depende de su territorio y localización en el globo, de la capacidad que forja en sus avatares en relación con los demás, con los otros pueblos, territorios y países, conformando su historia, la del mundo. La historia.

Sin embargo, la historia puede obnubilarnos, cuando la observación del pasado la recuperamos como un acto repetido por las aspiraciones de vivir mejor. Entonces, la historia deviene narrativa y se codifica. Con el lenguaje común, suponemos que nos conecta en una idea compartida como el desarrollo o la justicia y de pronto, sin darnos cuenta, sublimamos los términos a una configuración ética, que nos parece válida a todo tiempo donde supuestamente se radica como expresión de los anhelos de siempre y creamos el concepto de cambio en nombre del pueblo desde una evocación historiográfica para su consagración.

De esta manera la historia se desvanece en una épica de la lucha de todo tiempo en cuyos actos repetidos, observamos el intento de cada ocasión y la eventual oportunidad de obtenerlo al fin, incluso acicalado con realismo, admitiendo su imperfección como natural del hecho humano y así, lo validamos.

Empero, así entendido, se torna ensueño. Y ya en ausencia de las transformaciones, se condona, “hemos avanzado, pero sabemos que falta mucho por hacer”. “No todo se puede hacer en seis años”. Pamplinas. Los cambios tienen localización y en el entramado de la historia general son reconocibles en el aumento de capacidades, en la generación de nuevos productos, más intercambios y nuevas formas de organización social, y así también dentro de cada modo de producción; este es el distingo entre el desarrollo y el atraso, y su civilidad, sencillez, transparencia o sus antípodas dependen de la condición de cada pueblo, de su Estado como entramado del conjunto socioeconómico, político-jurídico y cultural, por encima de la estrecha concepción del Estado como aparato de gobierno.

La historia. Las historias. La de cada pueblo en cada época son historias verdaderas, que ciertamente corren en los aprendizajes que se articulan como cultura, maneras de ser y capacidades en aumento que se traducen en oficios y desempeños, en profesiones y nuevos conocimientos, progresos de la técnica y de la ciencia (natural y social) dando lugar a la creciente multiplicación de los intercambios y cambiantes formas organizativas e institucionales que hacen la historia. Modos de producción, fases de desarrollo y vías particulares. La diversidad de los países en distinto grado y condición del desarrollo capitalista. 192 historias particulares del desarrollo capitalista que conforman la historia general del capitalismo. Son los avatares de cada pueblo en la historia humana. Economía, sociedad y Estado. Mas no hay historia al margen de los cambios socioeconómicos que se fundan en el aumento de capacidades que presupone la técnica y la reorganicidad de las formas de trabajo y de producción, los nuevos oficios y profesiones, la multiplicación de los intercambios, la ciencia, el arte y el cambio en acuerdos y compromisos en su expresión jurídica constituyente y reglamentaria, para confluir en el Estado y viceversa. La historia.

La nuestra, la de nuestro tiempo, es una posibilidad histórica que representa un desafío que no puede soslayar el menester de los avatares, los cambios de gran calado en la política económica, la política monetaria y la política fiscal, la ciencia y la tecnología, la revolución educativa y la fuerza implícita de la infraestructura de producción y comercio, donde se asienta la posibilidad del gobierno para propiciar la inversión y así el desarrollo de la empresa capitalista con la que se negocian las condiciones del trabajo y del ingreso fundamental de los trabajadores que somos todos, o casi todos. Financiamiento del desarrollo basado en la inversión del cambio tecnoproductivo como reforma de ajuste hacia el umbral de las competencias. Financiamiento del desarrollo como asunto del capital. Estado y gobierno para acondicionar su posibilidad y despliegue. Inclusión productiva y política.

Dicho sea entre paréntesis, esto no significa que el concepto de revolución esté desterrado, pero esa es una discusión más elaborada desde Marx, desde Gramsci u otros, que no es preciso abrir con su mayor amplitud en este momento ni en este espacio porque al colocarnos en México estamos hablando de un ámbito-objeto más acotado, el país nos significa un episodio de la historia para la superación del atraso y el encuentro con el capitalismo en una fase superior de desarrollo que no presupone su transformación como modo de producción en la disolución de la propiedad privada y, del salario y la ganancia, sino de la integración de una expresión consolidada del capitalismo industrial-informático-distributivo desde donde se definen los precios de las mercaderías (bienes y servicios) y por tanto los términos de la competencia mercantil en la etapa actual, el ingreso y el empleo, como sustrato de una vía específica-nacional de desarrollo, que por lo demás apela a las formas democráticas como base de sostenibilidad.

En esta vía lo urgente no exime lo importante, lo social no dispensa lo económico, la política no disculpa la técnica, la ayuda no sustituye el salario, la honestidad no releva la ley, la voluntad no suple las instituciones, la austeridad del gasto no cubre el ingreso, el combate al crimen no remplaza la ampliación de oportunidades del trabajo productivo y de la empresa. Lo primero de cada uno de estos binomios es urgente, no hay duda, ni discusión alguna. Lo segundo, de cada caso, es muy importante. Lo primero es un reclamo y un compromiso. Lo segundo es algoritmo esperado del Estado mexicano, al decir de la real academia de la lengua. Conjunto ordenado y finito de operaciones que permite hallar la solución de un problema. Lo primero construye credibilidad, lo segundo es condición de cambio, posibilidad de transformaciones históricas en la perspectiva de la superación del atraso.

La austeridad y la generosidad de la política social como el combate a la corrupción es tarea impostergable que, a todos, con excepción de los pillos, gustan y se reconocen, con excepción insoslayable de cuitas y desgracias por impericia u omisión. Mas la distancia de los procesos de incidencia en las estructuras de funcionamiento socioeconómico crea un imperceptible vacío que, al tiempo, puede sorprender a diversas y amplias capas de la población que están fuera del concepto de los grupos vulnerables que recibirán apoyos o que indefectiblemente no los alcanzará porque sencillamente no alcanza. Asunto de particular importancia si el compromiso del cambio presupone tiempo de resultados. Por lo demás, hablando de empresas y empresarios, de dentro y de fuera, éstos, serán consonantes con las medidas anticorrupción y austeridad, incluso serán condescendientes con la política social pues nada de esto les afecta. Todo lo que sea, mientras no los toquen en mejores salarios y más impuestos.

 

eperezharo@comunidad.unam.mx

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