Gonzalo Núñez González • 17 de septiembre de 2018
En este escenario de turbulencia económica y política global, derivado de múltiples crisis económicas y políticas mundiales, pero exacerbado por la administración del republicano Donald Trump en el país vecino, y que impacta de manera destacada a nuestro país por el grado de dependencia que los gobiernos –de cualquier partido- han promovido a partir de los años ochenta, es necesaria una estrategia de corto y para el largo plazo, para cambiar la “forma” de nuestro desarrollo y particularmente de la industria, que resulta cada vez más vulnerable al mercado global y en particular, a las decisiones de nuestro vecino y socio principal.
Dado el grado de articulación económica entre nuestro país y los vecinos del norte, exacerbado por los tratados comerciales firmados –en el marco de un mercado global dependiente de las grandes corporaciones-, y cuyos resultados negativos tangibles han llevado igualmente a la mayoría de ciudadanos de varios países y de México, a optar por un cambio de régimen político (mayoritariamente hacia la derecha y en menor medida hacia la izquierda) que atienda las demandas de democracia política y también socioeconómica.
En nuestro país, el modelo de dependencia económica -de libre comercio, apertura indiscriminada e importador- adoptado durante más de treinta años, nos ha vuelta más vulnerables frente a los ciclos del mercado norteamericano así como del mercado mundial, y hemos abandonado paulatinamente nuestro mercado interno y el modelo hacia adentro, revirtiendo el proceso de industrialización que imperó durante más de cincuenta años con resultados positivos a la vista (ver tabla 1).
La desigualdad y los rezagos sociales que hemos experimentado producto de la apertura económica indiscriminada son evidentes. En particular, el estancamiento y el aumento del desempleo formal, aunado a la caída del poder adquisitivo del salario, han sido causa y efecto, entre otros fenómenos, del proceso de desindustrialización de México, lo que resulta en la incapacidad sistémica de la economía mexicana para crecer, en la medida de que hemos dejado de agregar valor y solamente nos hemos convertido en maquiladores de los grupos trasnacionales, que aprovechan las “ventajas competitivas” que representan las abundantes materias primas, en especial el petróleo y la energía, la mano de obra barata y el paraíso fiscal, por tener bajas tasas impositivas o bien no pagar impuestos en nuestro país, bajo el pretexto de evitar violar el principio de la no doble tributación.
Tabla 1. Resultados de las etapas del desarrollo económico de México 1934-2018
En este contexto, para la administración que inicia, es urgente abordar la planeación estratégica para el desarrollo industrial -en el marco de la restitución del sistema nacional de planeación contemplada por la Ley Nacional de Planeación- los propósitos, metas inmediatas y acciones prioritarias para la reindustrialización acelerada en base a las MiPymes, por su impacto productivo y social, con alcance de corto, mediano y largo plazos, que incluye la inversión nacional pública, privada y social, creación de empleos, aprovechamiento de mercados en forma equilibrada -nacionales e internacionales- y el impulso a la innovación y el desarrollo de tecnologías nacionales, que se pueden convertir en el contenido sustantivo de una política de industrialización de Estado, que arranque con un acuerdo nacional entre los industriales y las autoridades responsables de su fomento.
La propuesta que desarrollo el Centro de Estudios Estratégicos Nacionales, A.C. desde el año 2012,1 fundamentó la necesidad histórica de modificar la economía política tributaria y dependiente, y de sustituirla por una nueva economía política para el desarrollo nacional soberano, justo e independiente.
Se puso en evidencia la preocupante evolución y situación actual de la industria mexicana que requiere de la redefinición de la estrategia de desarrollo industrial del país, resultado de la apertura y desregulación de la economía, el retraso científico, tecnológico e innovador que ha conducido a una especialización en segmentos con poco valor tecnológico agregado en los procesos de producción locales y globales, fenómeno aderezado con bajos salarios y deficiente capacitación de la fuerza laboral.
En este estudio del CEEN, se realizó el análisis de la evolución y situación de la industria nacional, así como su comparación internacional y las consideraciones fundamentales para el cambio de estrategia de desarrollo.
Hoy, a la luz de la ola proteccionista que se vive, es urgente reformular una verdadera estrategia de reindustrialización basada en esas nuevas condiciones, para que México afirme su autodeterminación de ser potencia económica tecnológico-industrial, como condición necesaria e indispensable para superar la actual dependencia multidimensional en la que es imposible alcanzar altas tasas de crecimiento económico, generación de empleos, mayores niveles de desarrollo humano, libertades, justicia, paz y soberanía; condición básica para garantizar los derechos humanos.
La ausencia de una política activa de desarrollo industrial y competitividad, ha dejado a México sin brújula. La integración económica que se proponía en los objetivos de los Tratados de Libre Comercio, no se ha logrado, o al menos no siguiendo pautas de justo equilibrio y sustentabilidad, y nuestra relación económica se muestra más dinámica con otros países con los que no tenemos tratados.
Por consecuencia, es necesario el establecimiento de una política productiva basada en la innovación, que determine y priorice sectores y regiones de oportunidad en el mercado interno y otros mercados externos para las empresas mexicanas; y contribuya a la mejora sustancial de su competitividad.
La competitividad de la industria (que incorpora las actividades de servicios especializados al productor y la nueva economía del conocimiento) es el factor que moviliza la competitividad en los otros sectores económicos. Su desempeño es por lo tanto básico en relación con las actividades comerciales, financieras y de servicios al consumidor.
Después de más de treinta años de políticas económicas orientadas al ajuste coyuntural es indispensable cambiar la estrategia hacia el continuo desarrollo económico. Ello conduce a la necesidad de establecer un sistema orientado al desarrollo de la competitividad de la economía nacional, con objetivos, método de trabajo y criterios de evaluación diferentes a los del pasado.
Definir, y articular con una nueva estrategia industrial, los procesos de innovación y desarrollo tecnológico interno, y otorgarle recursos suficientes a la educación y a la investigación científica, así como establecer prioridades en materia de sectores y productos, mercados, regiones; y acompasar la política comercial, fiscal y monetaria a esta estrategia.
Los recursos públicos dirigidos al apoyo de las Pymes son canalizados a través de esquemas generalizados de fortalecimiento de la gestión empresarial, que no privilegian sectores prioritarios y dada la magnitud de éstos (sólo el 0.14% del PIB), no tienen incidencia alguna sobre el fortalecimiento y corrección de desequilibrios productivos y el empleo formal y de calidad.
Es posible que el escenario de incertidumbre económica derivado, entre otros factores, de la volatilidad de los mercados financieros, por la fluctuación de los precios internacionales del petróleo y ciertas materias primas, las políticas proteccionistas y la readecuación de los tratados comerciales; así como los ajustes del gasto público en razón del aumento del servicio de la deuda por el alza de tasas de interés, la inestabilidad del tipo de cambio y el consecuente freno a las inversiones, limiten el crecimiento nacional a pesar del aparente crecimiento estadounidense.
Ante factores internos y externos claramente adversos, la única actitud responsable es promover las capacidades nacionales de manera intensa, integral y decidida.
El CEEN propone elaborar una estrategia de acción inmediata con Acciones para acelerar el crecimiento y empleo industrial 2019-2024, que tenga los siguientes objetivos:
A. Identificar prioridades de fomento industrial en el plazo inmediato,
B. Promover la utilización de la capacidad instalada ociosa y,
C. Articular mecanismos para fortalecer el mercado interno y la exportación de valor agregado.
Para alcanzar estos objetivos se propone desplegar la siguiente ruta de acciones inmediatas:
- Consensar y formalizar un nuevo marco ético-jurídico, para avanzar en la competitividad nacional y desarrollo del mercado interno, mediante una mayor productividad y aumento de salarios reales.
- Determinar los factores del entorno internacional y nacional que impulsan la necesidad de acelerar el crecimiento del sector industrial en México.
- Establecer los factores que destacan la prioridad del fomento del sector industrial en la política pública, entre los que destaca un Sistema de Mejora Continua de la Competitividad de la Industria Nacional.
- Necesidad de atender la industrialización del país desde la vertiente multicausal de la situación actual y con una estrategia multifactorial de acción inmediata, a partir de la coordinación de acciones de todas las instituciones públicas, privadas y sociales, agrupadas en el marco del Consejo Económico y Social que deberá impulsarse para el desarrollo nacional.
- Criterios y principios básicos para la integración de una Cartera de Proyectos Estratégicos para la Reindustrialización Acelerada en ramas manufactureras prioritarias atendibles por el sector privado y/o mediante participación pública, privada y social.
- Criterios y principios básicos de coordinación interinstitucional de los tres órdenes de gobierno para la participación en la promoción y gestión del sector industrial en el ámbito regional.
- Reorientar el gasto público para que las compras de gobierno se realicen prioritariamente a las Pymes con mayor contenido nacional y darles asistencia técnica y financiamiento para lograrlo.
- Reajustar el esquema propuesto de las nuevas Zonas Económicas Especiales para hacerlas compatibles con los propósitos de la estrategia de reindustrialización adoptada.
- Acciones complementarias para compatibilizar la generación de empleo y el incremento de productividad basado en la planeación de la innovación, el desarrollo tecnológico y la investigación.
Una nueva estrategia requiere ir más allá de los objetivos buscados en el pasado: control de la inflación, apertura, participación privada y reducción del déficit fiscal. Los resultados no deben medirse solamente en relación a la evolución del índice de precios, sino sobre todo, en el volumen de producción, el desarrollo del mercado interno, la exportación de cada uno de los productos de las cadenas productivas, su nivel de inversión, desarrollo tecnológico, empleo, productividad, salarios y calidad de sus productos y servicios.
A continuación se exponen algunos elementos de la nueva estrategia versus la estrategia seguida durante más de treinta años:
En síntesis, se debe buscar una nueva inserción de la economía nacional en la economía global que parta de lo local a lo global.
En otras palabras, re-globalizar la economía mexicana a partir de la reindustrialización acelerada de nuestro país, desde abajo, en base a la integración de cadenas industriales micro, pequeñas y medianas empresas que le de sustento a un período de crecimiento que supere, a la brevedad, la atonía de los últimos años y que de seguir profundizando aún más el modelo adoptado, seguramente nos conducirá a mayor desigualdad e involución social.
* Vicepresidente del Centro de Estudios Estratégicos Nacionales, A. C.
Referencias
1 A. Montoya, G. Núñez y A. Cisneros, Estrategia de Reindustrialización Acelerada de México, Cámara de Senadores LXIII legislatura y Editorial Limusa, 2015.